Ceremonia de la
Canonización
Santa Faustina describió
la solemnidad de canonización en su „Diario”, muchos años antes de que ese
acontecimiento ocurriera. El 23 de marzo de 1937 tuvo una visión en la que vio
cómo aquella ceremonia tenía lugar de forma simultánea en Roma y Cracovia, aunque
desconocía completamente los inventos de la televisión o de las
telecomunicaciones (Tele-puente, NT1). Gracias a las invenciones técnicas de la
civilización, los participantes en la celebración de la canonización que tuvo
lugar el 30 de abril del año 2000, pudieron seguirla, independientemente de si
estaban en Roma o en Cracovia, pudieron compartir juntos aquella vivencia. Se
cumplía así aquella visión profética que había tenido Sor Faustina referente a
la ceremonia de canonización en Roma y en Cracovia, y también la profecía sobre
el establecimiento de la fiesta de la Divina Misericordia en toda la Iglesia.
Así es como ella misma lo describe en su Diario: Súbitamente me inundó la
presencia de Dios y de inmediato me vi en Roma, en la capilla del Santo Padre,
pero a la vez estaba en nuestra capilla, y la solemnidad del Santo Padre y de
toda la Iglesia estaba estrechamente unida a nuestra capilla, y de manera
especial a nuestra Congregación; y participé al mismo tiempo en la solemnidad
de Roma y la de aquí. Esta solemnidad estaba tan estrechamente unida a Roma
que, aunque escribo, no alcanzo a distinguir [la diferencia entre una y otra],
pero fue así como lo vi. Vi al Señor Jesús expuesto en la custodia en el altar
mayor, en nuestra capilla. La capilla estaba adornada solemnemente y aquel día
podían entrar en ella todos, cualquiera que quisiera. Hubo tanto gentío que yo
no lograba abarcarlo con la vista. Todos participaban en esa solemnidad con
gran alegría y muchos recibieron lo que había deseado. La misma solemnidad
tenía lugar en Roma, en un bello templo y el Santo Padre con todo el clero
celebraba esta solemnidad. Y de repente vi a San Pedro que se puso entre el
altar y el Santo Padre. ¿Qué decía San Pedro? No pude escucharlo, pero vi que
el Santo Padre comprendía sus palabras… (…) De súbito vi que de la Santa Hostia
salieron los dos rayos que están pintados en la imagen y se esparcieron sobre
el mundo entero. Eso sucedió en un solo momento, pero fue como si hubiera
durado un día entero y nuestra capilla estuvo repleta de gente durante todo el
día y todo ese día fue pleno de gozo.
Y de pronto vi al Señor
Jesús vivo en nuestro altar tal y como está pintado en la imagen. Sin embargo,
sentía que las hermanas y toda la gente no veían a Jesús así como lo veía yo.
Jesús miró con gran bondad y alegría al Santo Padre, y a ciertos sacerdotes, y
a todo el clero, y al pueblo y a nuestra Congregación.
De repente fui raptada a
la cercanía de Jesús y me presenté en el altar junto a Jesús y mi espíritu fue
llenado de una felicidad tan grande que no puedo ni comprender ni describir. Un
abismo de serenidad y de descanso inundó mi alma. Jesús se inclinó hacia mí y
me dijo amablemente: ¿Qué deseas, hija Mía? Y contesté: Deseo la gloria y el
culto de Tu misericordia. El culto ya lo recibo con la institución y la
celebración de esta Fiesta; ¿Qué deseas más? Y miré esta gran muchedumbre que
veneraba la Divina Misericordia y dije al Señor: Jesús, bendice a todos los que
están reunidos para rendirte honor a Tu misericordia infinita. Jesús trazó con
la mano la señal de la santa cruz; la bendición se reflejó en las almas con un
relámpago de luz. Mi espíritu se sumergió en su amor, sentí como si me
disolviera en Dios y desapareciera en Él. Cuando volví en mí, una profunda paz
inundaba mi alma y le fue concedido a mi mente comprender de manera milagrosa
muchas cosas que antes habían sido incomprensibles para mí.
Santa Faustina describió
la solemnidad de canonización en su „Diario”, muchos años antes de que ese
acontecimiento ocurriera. El 23 de marzo de 1937 tuvo una visión en la que vio
cómo aquella ceremonia tenía lugar de forma simultánea en Roma y Cracovia, aunque
desconocía completamente los inventos de la televisión o de las
telecomunicaciones (Tele-puente, NT1). Gracias a las invenciones técnicas de la
civilización, los participantes en la celebración de la canonización que tuvo
lugar el 30 de abril del año 2000, pudieron seguirla, independientemente de si
estaban en Roma o en Cracovia, pudieron compartir juntos aquella vivencia. Se
cumplía así aquella visión profética que había tenido Sor Faustina referente a
la ceremonia de canonización en Roma y en Cracovia, y también la profecía sobre
el establecimiento de la fiesta de la Divina Misericordia en toda la Iglesia.
Así es como ella misma lo describe en su Diario: Súbitamente me inundó la
presencia de Dios y de inmediato me vi en Roma, en la capilla del Santo Padre,
pero a la vez estaba en nuestra capilla, y la solemnidad del Santo Padre y de
toda la Iglesia estaba estrechamente unida a nuestra capilla, y de manera
especial a nuestra Congregación; y participé al mismo tiempo en la solemnidad
de Roma y la de aquí. Esta solemnidad estaba tan estrechamente unida a Roma
que, aunque escribo, no alcanzo a distinguir [la diferencia entre una y otra],
pero fue así como lo vi. Vi al Señor Jesús expuesto en la custodia en el altar
mayor, en nuestra capilla. La capilla estaba adornada solemnemente y aquel día
podían entrar en ella todos, cualquiera que quisiera. Hubo tanto gentío que yo
no lograba abarcarlo con la vista. Todos participaban en esa solemnidad con
gran alegría y muchos recibieron lo que había deseado. La misma solemnidad
tenía lugar en Roma, en un bello templo y el Santo Padre con todo el clero
celebraba esta solemnidad. Y de repente vi a San Pedro que se puso entre el
altar y el Santo Padre. ¿Qué decía San Pedro? No pude escucharlo, pero vi que
el Santo Padre comprendía sus palabras… (…) De súbito vi que de la Santa Hostia
salieron los dos rayos que están pintados en la imagen y se esparcieron sobre
el mundo entero. Eso sucedió en un solo momento, pero fue como si hubiera
durado un día entero y nuestra capilla estuvo repleta de gente durante todo el
día y todo ese día fue pleno de gozo.
Y de pronto vi al Señor
Jesús vivo en nuestro altar tal y como está pintado en la imagen. Sin embargo,
sentía que las hermanas y toda la gente no veían a Jesús así como lo veía yo.
Jesús miró con gran bondad y alegría al Santo Padre, y a ciertos sacerdotes, y
a todo el clero, y al pueblo y a nuestra Congregación.
De repente fui raptada a
la cercanía de Jesús y me presenté en el altar junto a Jesús y mi espíritu fue
llenado de una felicidad tan grande que no puedo ni comprender ni describir. Un
abismo de serenidad y de descanso inundó mi alma. Jesús se inclinó hacia mí y
me dijo amablemente: ¿Qué deseas, hija Mía? Y contesté: Deseo la gloria y el
culto de Tu misericordia. El culto ya lo recibo con la institución y la
celebración de esta Fiesta; ¿Qué deseas más? Y miré esta gran muchedumbre que
veneraba la Divina Misericordia y dije al Señor: Jesús, bendice a todos los que
están reunidos para rendirte honor a Tu misericordia infinita. Jesús trazó con
la mano la señal de la santa cruz; la bendición se reflejó en las almas con un
relámpago de luz. Mi espíritu se sumergió en su amor, sentí como si me
disolviera en Dios y desapareciera en Él. Cuando volví en mí, una profunda paz
inundaba mi alma y le fue concedido a mi mente comprender de manera milagrosa
muchas cosas que antes habían sido incomprensibles para mí.
Se había cumplido pues la
profecía de Santa Faustina referente a su canonización. Ella había dejado
escrito que la canonización tendría lugar de forma simultánea en Roma con el
Santo Padre y en Cracovia, en el convento de Cracovia-Lagiewniki. Fue una
celebración para toda la Iglesia, en la que ella participó, y donde la multitud
era tan numerosa que ella no lograba abarcarlo con la vista. Esta profecía se
cumplió, no sólo en términos de un sentido de comunión espiritual entre los
peregrinos congregados en la plaza de San Pedro de Roma y los presentes en el
santuario de Cracovia-Lagiewniki, sino también en el sentido literal, gracias a
la conectividad con transmisión vía tele-puente. Los que lo siguieron desde el
santuario de Lagiewniki pudieron ver y oír las imágenes y el sonido de lo que
ocurría en la Plaza de San Pedro, lo que permitió a los peregrinos la participación
en vivo en la ceremonia de canonización, usando el librito impreso para esta
ocasión con los textos de las oraciones, cantos y los comentario oportunos.
El momento de la
proclamación de Sor Faustina como nueva santa de la Iglesia fue recibido con gran
entusiasmo. En el Santuario de Cracovia, una gran multitud de peregrinos
venidos de toda Polonia y de muchos países expresaron su alegría y
agradecimiento con una gran ovación de aplausos y cantando. En el relicario de
Santa Faustina se puso la inscripción: SANTA. Aquel día se tenía que hacer una
larga cola para poder entrar en la capilla y orar ante la imagen milagrosa de
Jesús Misericordioso y las reliquias de Santa Faustina. El servicio de orden no
permitía a la gente quedarse en frente de la imagen demasiado tiempo, para que
los que todavía esperaban fuera de la capilla tuvieran también la oportunidad
de entrar y por lo menos pudieran mirar a la imagen de Jesús Misericordioso y
venerar las reliquias de santa Faustina, aquella larga espera llena de intensa
oración, pero al gozo por la canonización de Santa Faustina se unió otra gran
alegría, que fue el anuncio de la Fiesta de la Divina Misericordia para toda la
Iglesia. Juan Pablo II se refirió a ello, en su homilía, y los peregrinos
reunidos en Roma y en Cracovia respondieron con una enorme ovación de aplausos.
¡Habían estado rezando por ello tantos años! Y ahora, justamente en el año del
Jubileo, aquel deseo del Señor Jesús se veía cumplido. Desde aquel año toda la
Iglesia celebra la Fiesta de la Divina Misericordia el primer domingo después
de Pascua. Los participantes en la celebración de la Solemnidad de la
canonización, reunidos en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia,
pudieron participar de la ceremonia en vivo, tal como si hubieran participado
directamente en Roma; tuvieron la impresión real de haber estado tomando parte
activa en la ceremonia, presidida por el Santo Padre, puesto que fueron
obstáculo alguno factores como el espacio, la distancia, el lugar o el tiempo
que hacía. Ni siquiera sintieron el cansancio, a pesar de haber pasado largas
horas bajo el calor aplastante del sol, porque la alegría por los dones
recibidos era mayor que la debilidad humana.
Después de rezar junto al
Santo Padre el Regina Coeli y de que el arzobispo de Cracovia Kazimierz Nycz
impartiera su bendición, éste dio las gracias al Santo Padre por el don de la
canonización de Santa Faustina, y por establecer la fiesta de la Divina
Misericordia para toda la Iglesia; también agradeció la bendición que el Santo
Padre había impartido para iniciar la ampliación del Santuario de la Divina
Misericordia, y los peregrinos se unieron a estas palabras de agradecimiento
cantado el canto: Kraków kocha Cię, Kraków pozdrawia Cię, Kraków dziękuje Ci –
potem: Polska kocha Cię, Polska pozdrawia Cię, Polska dziękuje (Cracovia te
ama, Cracovia, Cracovia te saluda, te agradece; luego cantaron la segundo
estrofa:: „Polonia te ama, Polonia te saluda, Polonia te agradece). El Santo
Padre se emocionó visiblemente, y dijo a los peregrinos congregados en
Lagiewniki: La Providencia divina ha unido la vida de santa Faustina con las
ciudades de Varsovia, Plock, Vilna y Cracovia. Hoy menciono estas ciudades, de
las que la nueva santa es patrona, invitando a sus habitantes a una solicitud particular
por el apostolado de la Misericordia divina. Estas palabras del Santo Padre
provocaron una nueva ovación de aplausos, y también los peregrinos en la plaza
de San Pedro se unieron al canto del Alleluja.
Justo después de la
solemnidad de la canonización empezó la Santa Misa de Acción de Gracias con la
participación de más de 140 sacerdotes, encabezados por el obispo Kazimierz
Nycz. La liturgia de las Misas de canonización, presididas por los obispos de
Cracovia, se prolongaron hasta última hora de la tarde, y en ellas
concelebraron muchos sacerdotes diocesanos y religiosos.
Los peregrinos que
vinieron al Santuario de Cracovia-Lagiewniki fueron más de 150 000 peregrinos
polacos de todas partes, y de otros muchos países, entre otros: la República
Checa, Eslovaquia, Ucrania, Alemania, Liechtenstein, los Estados Unidos y
Filipinas. Les asistieron durante todo el día más de 200 sacerdotes,
seminaristas franciscanos, jesuitas, capuchinos, padres miguelinos, misioneros
de La Salette; también estuvieron al servicio de las celebraciones varias
corales (incluidas Organum, y Mariana), más de 100 hermanas de Congregación de
las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia y hermanas de otras
congregaciones; también ofrecieron su asistencia las siguientes instituciones:
funcionarios de la Compañía Nacional de Ferrocarriles PKP, la policía, la
policía municipal, la Compañía de transporte municipal, varios servicios
médicos (jóvenes oficiales de Malta, servicios municipales sanitarios y los
hermanos de San Juan de Dios); cabe destacar los servicios de orden, en el que
también contribuyeron los jóvenes de las escuelas secundarias de Cracovia. En
cuanto a los medios de comunicación se refiere, la asistencia fue cubierta por
decenas de periodistas y fotógrafos. La Televisión Polaca emitió la ceremonia
de canonización íntegra, pero también la oración en la hora de la Misericordia.
Los organizadores y los
peregrinos, a pesar del cansancio, irradiaban alegría, porque quizás también se
cumplían las palabras proféticas de Sor Faustina cuando escribió en su Diario
que, muchos recibieron lo que había deseado.
————————————–
1 Tele-puente mediante
pantallas gigantes.
s. M. Elżbieta. Siepak ZMBM
————————————–
„Orędzie Miłosierdzia”,
35(2000), s. 8-9.
Traducción al español –
Xavier Bordas Cornet
No hay comentarios:
Publicar un comentario